Déu Pare, dame Gracia y pone en mí el deseo de buscarte, para que al buscarte pueda encontrarte, para que al encontrarte pueda amarte, y para que al amarte pueda odiar con todas mis fuerzas, con toda mi alma y todo mi corazón, todos los pecados de los que me has salvado...
En el Nombre de Jesús, amén!



lunes, 23 de abril de 2012

De Mateo 6:23, y el Significado del Ojo Maligno...


22 La lámpara del cuerpo es el ojo; así que, si tu ojo es bueno, todo tu cuerpo estará lleno de luz;
23 pero si tu ojo es maligno, todo tu cuerpo estará en tinieblas. Así que, si la luz que en ti hay es tinieblas, ¿cuántas no serán las mismas tinieblas?

Mateo 6:22-23
Lo que en un principio parece una reflexión inconexa en medio de dos pasajes que establecen oposición entre lo material y lo espiritual, un análisis más profundo del texto revela que no es tal.

Cierto, justo antes de dicha reflexión, Jesús nos advierte sobre la necesidad de anteponer la búsqueda de lo espiritual sobre la de lo material, e inmediatamente después, deja claro que el amor al dinero y a Dios son mútuamente excluyentes.

Por tanto, si no hay incoherencia, a qué alude Jesús cuando habla del ojo maligno...?
La clave se encuentra en un viejo aforismo que asegura que La Biblia se interpreta a sí misma.

Exacto, en la parábola de los obreros de la viña, Jesús nos habla de un padre de família que a primera hora de la mañana, contrata a unos trabajadores a denario la jornada.
A medida que pasan las horas, el padre va contratando paulatinamente más y más trabajadores y no obstante, al finalizar la jornada, el padre ordena que todos reciban lo mismo.

A grandes rasgos, la parábola enfatiza cuatro cosas, a saber.
Primero, la justicia del padre de família -figura de Dios- el cual paga a los trabajadores de la mañana justo lo que se había acordado.
Segundo, su generosidad y misericordia con el resto de los trabajadores, pues reciben el salario de un día, a pesar de haber trabajado menos horas.
Tercero, la soberanía del padre que distribuye sus bienes como cree conveniente.
Y cuarto -y aquí está la clave del tema que nos ocupa- la parábola pone su punto de mira en la reacción negativa de aquellos que -habiendo sido tratados con justicia, y no con misericordia- se sienten indignados por el modo en que el padre distribuye sus bienes.

Cierto, pues la Gracia es aberrante a quien busca ser retribuído de acuerdo a sus méritos.

Pero qué tiene que ver dicha parábola con el ojo maligno que menciona Jesús?
Tiene mucho que ver, pues tanto en Mateo 6:23 como en 20:15, encontramos -en el griego original- las mismas palabras: Ophthalmos sou ponëros.

Exacto, una traducción literal de Mateo 20:15 quedaría así,
15 ¿No me es lícito hacer lo que quiero con lo mío? ¿O tienes tú el ojo maligno porque yo soy bueno?
El ojo maligno es la mente de la persona -que de tan mundana y materialista- ve imposible relacionarse con Dios de modo distinto a como funcionan para él el resto de sus relaciones: de manera puramente comercial.

El ojo maligno es el ojo de la Salvación por méritos propios mediante buenas obras y sacrificios, es el ojo que negocia con Dios penitencias para obtener algo de Él mas no a Él, es el ojo que encuentra absurdo no sacar algún beneficio de cualquier sacrificio.

El ojo maligno es el ojo que que aborrece la Gracia de Dios sobre los demás, ya sea con los que están cerca -tal como vemos en pasajes tales como la parábola del hijo pródigo, donde el hermano mayor, en vez de alegrarse por la bondad del padre, lamenta la restauración de su hermano- como con los que están lejos -tal como vemos en la predicación de Jesús en la sinagoga de Nazaret, donde la mención de la Gracia de Dios en los gentiles causa convulsión entre sus paisanos- pues la Gracia habla una lengua que ese ojo no entiende.

Y he ahí la tragedia, pues el ojo maligno es ciego a la naturaleza de Dios, pues la única manera de obtener el perdón de Dios no es apelando a nuestros méritos sino a Su Misericordia, es ciego a la inmensidad de la deuda de sus pecados, pues cree que siempre podrá hacer o dejar de hacer algo a cambio para compensarlos, ciego al hecho de que lo espiritual no funciona como lo material, y ciego al hecho de que su única esperanza no reside en él, sino en la Gracia de Dios, que envió a Su Mesías para cumplir la Ley, viviendo la vida que tendríamos que haber vivido nosotros, y muriendo la muerte que merecíamos, haciendo él en nuestro lugar, lo que ni pudimos ni quisimos hacer nosotros.

Mientras meditáis en todo esto, dad las gracias a Dios nuestro Padre por todo en el Nombre de nuestro Señor Jesucristo...